¡BIENVENIDO!

Cualquier texto escrito no es literatura; sólo lo serán aquellos que estén realizados con arte. Una obra literaria tiene un valor estético en sí misma, que hace que sea apreciable, valorable o medible en cualquier momento, pero también está sujeta a los valores estéticos de la época, del lector o del crítico que determinan lo que está escrito con arte y lo que no. El paso del tiempo es quien dirime este asunto.

Las Colecciones Pluma de Oro y Mi Libro recogen las más grandes obras literarias de todos los tiempos -nacionales y extranjeros- a través de una recopilación que abarca autores como Homero, Garcilaso de la Vega, William Shakespeare, Franz Kafka, etc. y que nos presenta lo mejor de ellos en un arte cuyas manifestaciones son las obras literarias.

¿Qué ofrecemos?

Dos grandes colecciones de títulos que están en constante incremento con reseñas de la obra y el autor al inicio de la misma (para facilidad de los estudiantes) así como preguntas sobre la comprensión de la obra, análisis crítico y creatividad.

miércoles, 24 de junio de 2009

VENTURA GARCÍA CALDERÓN (Perú, 1887-1959)

Nacido en París, donde residía su padre (Francisco García Calderón) luego del penoso cautiverio que sufriera en Chile. Cultivó, con elegancia y refinamiento, variados géneros.

En sus escritos se aprecia su formación básicamente europea y de gustos refinados. Destacó como cuentista con La venganza del cóndor (1924), libro que consta de 24 cuentos y cuya temática es el mundo andino y selvático, aunque sin interiorizarse con propiedad en la problemática social y cultural del país. Más amplia y recordada es su obra crítica, tarea que cumplió generalmente con buen gusto y siempre con una prosa artística que sintetizaba con una imagen poética sus impresiones de lector. Ejemplo de eso es La literatura peruana (1914), que hábilmente resume en pocas páginas cuatro siglos de proceso literario.

Fue además un gran difusor de la literatura nacional e hispanoamericana en Europa; su labor de publicista y antólogo fue intensa y seguramente lo más perdurable de él. Eso puede comprobarse revisando su Parnaso peruano (1914) y la amplia Biblioteca de cultura peruana (1939), colección de trece cuidados volúmenes en la que colaboraron historiadores como Raúl Porras Barrenechea y Jorge Basadre. En ella muestra su personalidad cosmopolita y sus inclinaciones esteticistas emparentadas con el modernismo, por lo cual resulta difícilmente justificable que haya ignorado a un poeta como José María Eguren y que haya descalificado -tal vez por un concepto estrecho de la "peruanidad"- la obra ensayística de Manuel González Prada.

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