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Cualquier texto escrito no es literatura; sólo lo serán aquellos que estén realizados con arte. Una obra literaria tiene un valor estético en sí misma, que hace que sea apreciable, valorable o medible en cualquier momento, pero también está sujeta a los valores estéticos de la época, del lector o del crítico que determinan lo que está escrito con arte y lo que no. El paso del tiempo es quien dirime este asunto.

Las Colecciones Pluma de Oro y Mi Libro recogen las más grandes obras literarias de todos los tiempos -nacionales y extranjeros- a través de una recopilación que abarca autores como Homero, Garcilaso de la Vega, William Shakespeare, Franz Kafka, etc. y que nos presenta lo mejor de ellos en un arte cuyas manifestaciones son las obras literarias.

¿Qué ofrecemos?

Dos grandes colecciones de títulos que están en constante incremento con reseñas de la obra y el autor al inicio de la misma (para facilidad de los estudiantes) así como preguntas sobre la comprensión de la obra, análisis crítico y creatividad.

miércoles, 24 de junio de 2009

ABRAHAM VALDELOMAR PINTO (Perú, 1888-1919)

Nació en Ica. Estudió la secundaria en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, en Lima. Luego, al paso de algunos años, en abril de 1905, se matriculó en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

En el año de 1910 escribe la novela La Ciudad de los Tísicos. En 1912 Billinghurst llega al gobierno y la nombra director del diario El Peruano y de la imprenta del Estado. Pero su participación duró poco tiempo porque al año siguiente viajó al Viejo Continente para cumplir misiones diplomáticas. Este viaje fue muy importante en la carrera de Valdelomar, pues le permitió afianzar su talento por la escritura.

Regresa al Perú en 1916 y publica una efímera revista llamada Colónida, nombre de un futuro movimiento, intelectual que fundó y en el cual reunió a escritores como Federico More, José Carlos Mariátegui, entre otros.

En los 7 ensayos de interpretación de la realidad, peruana, Mariáteguí dice «La bizarría, la agresividad, la injusticia y hasta la extravagancia de los «colónidos» fueron útiles. Cumplieron una función renovadora. Sacudieron la literatura nacional. La denunciaron como una vulgar rapsodia de la más mediocre literatura española. Le propusieron nuevos y mejores modelos, nuevas y mejores rutas.»

En ese tiempo, el autor del Caballero Carmelo, además,- acuñaría una frase conocida «El Perú es Lima. Lima es el Jirón de la Unión. El Jirón de la Unión es el Palais Concert. Luego, el Perú es el Palais Concert.» Así resumió la efervescencia literaria que se vivía.

El talento del Conde de Lemos (seudónimo aristocrático que asumió Valdelomar), no supo de límites ni barreras artísticas esto porque también fue un excelente caricaturista. Así, colaboró en numerosas revistas de ese entonces, como lo fueron Monos y monadas, Aplausos y silbidos, la prensa, Mundo limeño, entre otros.

Pese a que su tránsito por este mundo fue muy corto, Valdelomar es considerado uno de los escritores peruanos más destacados de este siglo. Su mayor aporte a nuestra literatura lo encontramos en sus cuentos, género literario que cultivó con mucha creatividad y emotividad El Caballero Carmelo, El vuelo de los cóndores, la Ciudad de los tísicos, Los ojos de Judas. Esto se debe a la pluma magistral y a la sensibilidad de Valdelomar.

Abraham Valdelomar también escribió poemas, los cuales estaban cargados de simbolismo y añoranza. En ese sentido debemos citar su poema más comentado y conocido Tristitia y El hermano ausente en la cena de Pascua.

Luis Alberto Sánchez trazó estos conceptos valorativos sobre su obra "Pasó como un celaje por las letras y la escena del Perú. No solo por la brevedad de su existencia (31 años apenas), sino por la abundancia extemporánea y versátil de su producción y por lo fugaz que fue su acción literaria, él ha cavado uno de los surcos más hondos de nuestra historia artística y ha dejado una de las estelas más anchas, duraderas, imitadas y luminosas... Su obra fue esencialmente narrativa. Yo diría evocativa y confesional. Cada página o episodio de su obra guarda íntima relación con la propia biografía del autor. Valdelomar fue un extrovertido por excelencia; no guardaba secretos ni misterios salvo para desentrañarlos, para revelarlos, exhibiendo sus entrañas. La vida familiar, los vínculos domésticos, la modestia del hogar, la esplendidez de sus propios triunfos, la dulzura de sus sentimientos filiales y fraternales, todo ese material gloriosamente poético es la raíz y flor de su obra magnífica".

Lo característico en Valdelomar es la ternura, el primo descriptivo. Su poderosa imaginación, su finísima sensibilidad, su vigilante buen humor contribuían a imprimir, a cuanto escribía, un tono inconfundible. Todo resalta mejor en su aspecto hogareño y provinciano, dentro del cual creó un nuevo tipo de Criollismo, el Criollismo estético.

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