Poetisa uruguaya, nacida Juana Fernández Morales, que alcanzó una gran popularidad en el ámbito hispanohablante por sus primeras colecciones de poemas.Sus dos primeras colecciones de poemas, de estilo modernista, fueron Las lenguas de diamante (1919) y El cántaro fresco (1920), que le procuraron una gran popularidad y tuvieron repercusión internacional. La originalidad de su estilo consistió en unir al rico cromatismo e imágenes modernistas un sentido optimista de la vida, pero con un lenguaje sencillo, sin complejidades conceptuales, que redunda en una expresividad fresca y natural. A partir de entonces publicaría más de treinta libros, la mayoría de los cuales fueron colecciones de poesía, aunque escribió también unas memorias, Chico Carlo (1944), y un libro para niños.
Mientras que sus primeras obras estaban marcadas por una sana sensualidad, sus últimos libros de poemas pierden el tono festivo para adentrarse en temas universales y circunspectos, como la brevedad de la vida, la soledad o la muerte. Entre estos se encuentran Estampas de la Biblia (1935) y Perdida (1950), en los que muestra una sólida madurez y un carácter reflexivo. En Azor (1953), Oro y tormenta (1956) y La pasajera (1967), la obra se hace más apesadumbrada todavía y en ella se percibe la actitud de su autora a la hora de enfrentarse a la vejez y a la enfermedad.
Ibarbourou alcanzó su gran éxito con sus primeras obras, en las que se incluían sencillos poemas de ritmos contagiosos, que celebraban el amor y la naturaleza. Su amplia popularidad la hizo merecedora del sobrenombre de Juana de América, al que ella contribuyó declarándose "hija de la naturaleza".
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