
Es Arguedas, el auténtico representante del indigenismo, en que el indio escribe su propia prosa. La sintaxis y el uso de quechuísmos espontáneos nos ofrece un nuevo tipo de cuento en Agua y en otras narraciones. La novela peruana se enriquece en Los Ríos Profundos donde expresa con mayor lirismo y hondura el mundo mítico de los indígenas, su cósmica unidad con la naturaleza y la persistencia de sus tradiciones mágicas y en Todas las Sangres, ese gran mural que presenta las principales fuerzas que luchan entre sí, pugnando por sobrevivir o imponerse, recoge el relato de la destrucción de un universo, y los primeros balbuceos de la construcción de otro nuevo por citar solo algunas; en ellas nos muestra, la lucha que se entabla en cada hombre de la sierra; entre la cultura autóctona y la occidental. Otras obras describen la leyenda popular en un cuadro artístico son La Agonía de Rasu Niiti y Yawar Fiesta, donde Arguedas se nutre de sencilla ternura, de mestizaje cultural y por lo tanto gramatical y literario.
Su novela El Sexto, toma como inspiración el evidente problema carcelario problema de cualquier administración de justicia no va a resolver fácilmente, pues es una cuestión que tiene como base el sistema económico-social injusto. Cruda y realista es su narración del abuso de la prepotencia y la corrupción que ya en ese tiempo reinaba en aquel penal, llamado con justa razón, "antesala del infierno". Arguedas toma así la posición de defensa de las causas justas y en contra de las desigualdades de cualquier índole cultural, racial, pero sobre todo económico-sociales.
Su última obra, El zorro de arriba y el zorro de abajo (1970), concebida como un verdadero testamento literario, desenvuelve en dolorosas páginas autobiográficas, la realidad torturante y desgarrada que vivió.
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