
La obra narrativa corta de Enrique Congrains Martín, se ha abierto lentamente paso entre los lectores, más por su persistente reconocimiento en las antologías que por las opiniones de los críticos, más bien renuentes a encontrarle méritos. El profesor Américo Mudarra ha señalado que el punto de vista de Congrains difiere el de su generación. El suyo no pertenece al de la clase media, es más bien una visión desde dentro de las clases marginales. Como escritor, Congrains es el primero que se interna en el análisis de esa marginalidad; hace evidente, como ningún otro escritor, el territorio de los barrios populares de la gran urbe que va creciendo. Sus textos evidencian el conflicto, lo sacan a luz y denuncian a una sociedad despiadada.
Con un estilo despojado y directo, cuyo lirismo surge de la observación precisa y la identificación con la vida marginal de las barriadas limeñas, reveló a los lectores una Lima poco conocida, atroz, violenta y bullente de vida. La lucha de los desplazados para sobrevivir cada día a su propia miseria es el gran tema de Congrains, como puede verse en sus libros de cuentos Lima, hora cero (1955), Kikuyo (1955) y, sobre todo, su única novela, No una, sino muchas muertes (1957), que es un desgarrador testimonio del trabajo clandestino que convierte a enfermos mentales casi en esclavos, sirvió para rodar un film llamado "Maruja en el Infierno (1983), que fue éxito en las salas cinematográficas.
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