Melgar, nace en Arequipa, con bastante precocidad, lee a escritores latinos, traduciéndolo para sus compañeros de clase. Desde pequeño, nace el amor por Silvia, personaje a quien le dedica gran parte de su obra lírica; en Lima, se enrola a la causa emancipadora, y compone su «oda a la libertad» vuelve a Arequipa, sufriendo la decepción amorosa y escribe sus poesías para doblegar su dolor:
Elegía I
¿Por qué a verte volví, Silvia querida?
¡Ay triste! ¿Para qué? Para trocarse
mi dolor en mi más triste despedida.
Quiere en mi mal mi suerte deleitarse;
me presenta más dulce el bien que pierdo.
¡Ay! Bien que va tan pronto a disiparse!
¡Oh, memoria infeliz! ¡Triste recuerdo!
Te vi... ¡Qué gloria! Pero, ¡dura pena!
Ya sufro el daño de que no hice acuerdo.
Mi amor ansioso, mi fatal cadena,
a ti me trajo con influjo fuerte
Dije "Ya soy feliz, mi dicha es plena"
Pero, ¡ay! De ti me arranca cruda suerte;
este es mi gran dolor, este mi duelo;
en verdad busqué vida y hallo muerte.
(...)
El trabajo como agricultor en Majes, junto con los obreros agrícolas, campesinos, quechuas y mestizos, le sirve para escuchar las variantes del antiguo Harawi (Yaraví) conjunción de las manifestaciones hispanas con la raíz indígena (harawi) y de ahí, decide hacer una lírica nacional en castellano.
Enrolado en la causa patriota, cae prisionero del ejército colonial en Humachiri, siendo fusilado a los 24 años de edad (el 12 de Marzo de 1815).
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