
El suyo es el caso del poeta que busca, a través de muy sutiles cambios, una idea de perfección formal y conceptual que se convierte en una suerte de ética intelectual irrenunciable. Por eso el nombre general bajo el cual ha colocado su poesía a lo largo de los años, Vida continua, es el más justo.
El influjo general de la mejor poesía -clásica, moderna y contemporánea, que conocía muy bien-, pero específicamente de la lírica de raíz simbolista, la llamada "poesía pura" de la generación del 27 y las vanguardias europeas, se nota desde sus inicios El morador (1941), Detenimientos (1947) y Dédalo dormido (1949). La primera recopilación de Vida continua data de 1947; a partir de entonces ha sido ampliada, revisada y reeditada -como una constante depuración de la forma, la imagen y el concepto poético, para hacerlos más estrictos, fluidos y serenos- por lo menos cinco veces, la última en 1989.
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