Enrique López Albújar es considerado el precursor del indigenismo en el Perú. Nació en Chiclayo en 1872 y fue un hombre del siglo antepasado. Sus inicios se dieron a través del periodismo y se dedicó también a la magistratura en diversos pueblos del país. Aparece en la literatura peruana coincidentemente ubicado entre la Guerra del Pacífico y las admoniciones violentas e ideológicas de González Prada, de quien tomará como herencia la repulsa por el caciquismo, el antimilitarismo y el afecto a lo indígena. Hombre de leyes, abogado y juez, el escritor Enrique López Albújar estuvo siempre interesado en el debate político y social. A los 21 años, en 1893, tuvo que pasar varios meses en prisión por ciertos artículos periodísticos en los que se burlaba del dictador de turno; mientras que su tesis universitaria La injusticia en la propiedad del suelo fue rechazada por subversiva. Ese interés se plasmó también en su obra literaria, especialmente en los Cuentos andinos y la novela Matalaché, la primera que abordó la problemática de la esclavitud en el Perú.Para el crítico literario Alberto Escobar, López Albújar el «Coetáneo de nuestros modernistas y precursor del indigenismo literario, es el decano de los escritores nacionales.
Sus cuentos, excepción hecha de Los Tres Jircas, presentan imágenes violentas y escenas de una realidad que sobrepasa la concepción literaria para llegar al aspecto judicial un tanto turbulento. López Albújar será considerado siempre un observador agudo del mundo serrano, y el iniciador de una corriente fundamental en la narrativa del Perú. En 1950 le fue concedido el Premio Ricardo Palma.
López usó varios seudónimos Sansón Carrasco, Figarito, Juan de Teves y Lord Pee. Para él su generación "comenzó en 1893". En sus memorias dice "Fundamos capillas literarias, importamos y divulgamos todos los locos y geniales lirismos de la musa francesa, las teorías demoledoras de la filosofía nietcheana los divinos malabarismos de la lira rubendariana, los aquilinos acentos de Olegario Andrade, Díaz Mirón, Asunción Silva, Guillermo Valencia, Leopoldo Lugones, de toda esa lírica y de épica legión de gigantes americanos que no ha sido superada por los que le han sucedido".
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