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Cualquier texto escrito no es literatura; sólo lo serán aquellos que estén realizados con arte. Una obra literaria tiene un valor estético en sí misma, que hace que sea apreciable, valorable o medible en cualquier momento, pero también está sujeta a los valores estéticos de la época, del lector o del crítico que determinan lo que está escrito con arte y lo que no. El paso del tiempo es quien dirime este asunto.

Las Colecciones Pluma de Oro y Mi Libro recogen las más grandes obras literarias de todos los tiempos -nacionales y extranjeros- a través de una recopilación que abarca autores como Homero, Garcilaso de la Vega, William Shakespeare, Franz Kafka, etc. y que nos presenta lo mejor de ellos en un arte cuyas manifestaciones son las obras literarias.

¿Qué ofrecemos?

Dos grandes colecciones de títulos que están en constante incremento con reseñas de la obra y el autor al inicio de la misma (para facilidad de los estudiantes) así como preguntas sobre la comprensión de la obra, análisis crítico y creatividad.

martes, 10 de febrero de 2009

FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS (España, 1580-1645)

Escritor español. Desde su juventud estuvo vinculado a la corte y a la política. Cultivó tanto la prosa como la poesía y es una de las figuras más complejas e importantes del barroco español. De familia hidalga, estudió en las universidades de Alcalá y Valladolid. En esta época ya destacaba por su gran cultura y por la acidez de sus críticas contra Luis de Góngora.

La obra de Quevedo es abundante y contradictoria. Hombre amargado, severo, culto, cortesano, escribió las páginas burlescas y satíricas más brillantes y populares de la literatura española, pero también una obra lírica de gran intensidad y unos textos morales y políticos de gran profundidad intelectual. Esta fusión o doble visión del mundo es lo que le hace el gran representante del barroco español.

Sus primeras obras fueron satíricas y burlescas. La vida del Buscón llamado don Pablos, es una novela picaresca dentro de las características del género; pero su originalidad reside en la visión vitriólica que ofrece sobre su sociedad, en una actitud tan crítica que no puede entenderse como realista sino como una reflexión amarga sobre el mundo y como un desafío estilístico sobre las posibilidades del género y del idioma.

Si la obra en prosa de Quevedo resulta variada y compleja. Se publicaron después de su muerte en dos volúmenes Parnaso español (1648) y Las tres musas (1670).

Sus primeros poemas –al igual que su prosa– fueron letrillas burlescas y satíricas como "Poderoso caballero /es don Dinero. Criticó con mordacidad atroz los vicios, locuras y debilidades de la humanidad y zahirió de una manera cruel a sus enemigos, como en el conocido soneto, paradigma conceptista, "Érase un hombre a una nariz pegado".

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