¡BIENVENIDO!

Cualquier texto escrito no es literatura; sólo lo serán aquellos que estén realizados con arte. Una obra literaria tiene un valor estético en sí misma, que hace que sea apreciable, valorable o medible en cualquier momento, pero también está sujeta a los valores estéticos de la época, del lector o del crítico que determinan lo que está escrito con arte y lo que no. El paso del tiempo es quien dirime este asunto.

Las Colecciones Pluma de Oro y Mi Libro recogen las más grandes obras literarias de todos los tiempos -nacionales y extranjeros- a través de una recopilación que abarca autores como Homero, Garcilaso de la Vega, William Shakespeare, Franz Kafka, etc. y que nos presenta lo mejor de ellos en un arte cuyas manifestaciones son las obras literarias.

¿Qué ofrecemos?

Dos grandes colecciones de títulos que están en constante incremento con reseñas de la obra y el autor al inicio de la misma (para facilidad de los estudiantes) así como preguntas sobre la comprensión de la obra, análisis crítico y creatividad.

miércoles, 1 de julio de 2009

ANTONIO GALVEZ RONCEROS (Perú, 1935)

Antonio Gálvez Ronceros (Chincha) está considerado por la crítica literaria y por numerosos lectores, como uno de los cuentistas más valiosos de la tradición peruana. Su primer libro de cuentos, Los ermitaños de 1962, que no se ha reeditado, es objeto de culto, puesto que sólo se le puede encontrar en bibliotecas especializadas. Ese breve conjunto de relatos, que desde el punto de vista de la técnica literaria son de una maestría ejemplar muestran también un profundo conocimiento del lenguaje del campesino de la costa del Perú. El segundo libro de cuentos de Gálvez Ronceros, Monólogo desde las tinieblas de 1975 se propuso captar lo peculiar del lenguaje de los personajes negros de Chincha, especialmente el humor que suele aparecer en el habla diaria. Esta actitud ya aparecía en el primer libro de Gálvez Ronceros, pero en ese texto, como en los relatos de Arguedas o de Alegría, podía distinguirse la voz del autor, cultivada, con arreglo a las más exigentes normas gramaticales, y las voces de los personajes que atienden al modo corriente de expresarse de los campesinos. En Monólogo desde las tinieblas, el autor se vuelve un orífice de la prosa. Cada frase del léxico popular está trabajada con fina delectación. Los hechos jocosos que se narran, las situaciones insólitas que se plantean, con un lenguaje que sólo utiliza las palabras indispensables, son un vehículo adecuado para conocer la visión del mundo del campesino chinchano, de un realismo descarnado, de una fina ironía y con elementos de carácter mágico. La voz que narra estos relatos, o es la del mismo protagonista o es la de alguien semejante a él. Ya no existe ese distanciamiento, propio de los primeros relatos. En 1988, Gálvez Ronceros publicó otro breve conjunto de cuentos, Historias para reunir a los hombres. Se trata de relatos de extensión mínima de fuerte intención didáctica.

Como se ha dicho muchas veces, el conocimiento de las estructuras narrativas que tiene Gálvez Ronceros, es ejemplar, pero en esto se parece a otros maestros del género como el dominicano Juan Bosch o el cubano Onelio Cardoso. La marca que lo diferencia de éstos o de diversos notables cuentistas, es el manejo peculiar del humor, que es el recurso estilístico más característico de su prosa. Para decirlo en pocas palabras, el tránsito entre sufrimiento y diversión, la solución a situaciones cotidianas, pasa casi siempre por un mecanismo humorístico. Y, como sucede en la vida real, el mejor humorista es el que conserva una actitud de seriedad. Gálvez Ronceros, como Vargas Vicuña, como Loayza o como Ribeyro, es muestra exacta de que el cuento como técnica y como realidad, tiene plena vigencia en el Perú de hoy.

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