¡BIENVENIDO!

Cualquier texto escrito no es literatura; sólo lo serán aquellos que estén realizados con arte. Una obra literaria tiene un valor estético en sí misma, que hace que sea apreciable, valorable o medible en cualquier momento, pero también está sujeta a los valores estéticos de la época, del lector o del crítico que determinan lo que está escrito con arte y lo que no. El paso del tiempo es quien dirime este asunto.

Las Colecciones Pluma de Oro y Mi Libro recogen las más grandes obras literarias de todos los tiempos -nacionales y extranjeros- a través de una recopilación que abarca autores como Homero, Garcilaso de la Vega, William Shakespeare, Franz Kafka, etc. y que nos presenta lo mejor de ellos en un arte cuyas manifestaciones son las obras literarias.

¿Qué ofrecemos?

Dos grandes colecciones de títulos que están en constante incremento con reseñas de la obra y el autor al inicio de la misma (para facilidad de los estudiantes) así como preguntas sobre la comprensión de la obra, análisis crítico y creatividad.

martes, 23 de junio de 2009

RUBÉN DARÍO (Nicaragua, 1867-1916)

Rubén Darío, seudónimo de Félix Rubén García Sarmiento, poeta, periodista, diplomático, considerado el fundador del Modernismo.
Sus padres se separaron cuando él era muy pequeño y lo crió una abuela que lo presentó en Managua, siendo todavía un adolescente, como un artista prodigio. Leía a los poetas franceses y era invitado a recitar poesía. En 1886, realizó un viaje a Santiago de Chile y éste fue su primer contacto con el progreso y la metrópoli. Allí publicó su primer gran libro, Azul... (1888), obra que llamó la atención de la crítica y especialmente de escritor español Juan Valera. De regreso a Managua, se casó con Rafaela Contreras, en 1891; quince meses después nació su primer hijo y en 1893 murió su esposa.

Un año antes, había viajado a España como representante del Gobierno nicaragüense para asistir a los actos de celebración del IV Centenario del descubrimiento de América. Después de sucesivos viajes por Estados Unidos, Chile y Francia, y de residir en Buenos Aires, donde colaboró con el periódico La Nación, obtuvo una reputación internacional. En 1898, regresó a España como corresponsal del mismo periódico. Durante la estancia en Europa, alternó su residencia entre París y Madrid, ciudad ésta donde conoció, en 1900, a Francisca Sánchez, una mujer de origen campesino, con la que tuvo un hijo y con la que vivió hasta el fin de sus días.

Convertido en un poeta celebrado en Europa y América, fue nombrado representante diplomático de Nicaragua en Madrid en 1907. La frecuencia de sus viajes favoreció paralelamente su fama como "embajador del modernismo" en el mundo. Darío, un hombre que no había olvidado sus raíces provincianas, aun transformado en un cosmopolita total, veía que el esplendor europeo estaba llegando a su fin. En 1913, entró en una crisis religiosa y mística y marchó a refugiarse a Palma de Mallorca. Pero acabó doblegado por el alcoholismo, la pobreza y la enfermedad. En 1915, huyendo de un continente desgarrado par la I Guerra Mundial, regresó a América y murió en 1916, poco después de llegar a Managua.

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