No se sabe con seguridad absoluta cuándo nació y en qué ciudad griega. -Mientras unos sostienen que nació 24 años después de la guerra de Troya, otros dicen que fue medio siglo después de este evento. Basándonos en un dato de Herodoto llegaríamos a la conclusión de que Homero nació en 850 a. de J. C.
De las siete ciudades griegas que se disputan el honor de haber sido cuna, respectivamente, de Homero, la más probable es Esmirna, aun cuando muchos eruditos se pronuncian, también, por Quios.
Tampoco están de acuerdo los estudiosos en cuanto a la fecha en que fueron compuestas La Ilíada y La Odisea. Lo probable es que ésta sea posterior, pero ubicando a ambos poemas entre fines del Siglo X y el IX, a. de J. C.
La tradición refiere que Homero fue un eximio poeta. Lo figuran ciego, anciano, pero vigoroso, y portando en su mano derecha una lira con la que se acompañaba para recitar los versos que constituyeron más tarde los dos famosos poemas homéricos. Recorrió Grecia y las costas de Asia Menor. Se le escuchaba con interés y profunda simpatía, porque evocaba con entusiasmo y maestría, en las hazañas guerreras, los nombres de héroes que eran ascendientes no lejanos de los oyentes. Homero, no lo olvidemos, creó de memoria sus famosos versos, porque en la época en que vivió no existía aún el alfabeto griego. Hay críticos sostenedores de que Homero, a quien ubican en el siglo VII A. de C., escribió La Ilíada, aduciendo la poderosa razón de que en esta época existía ya la escritura en Grecia.
Muerto Homero, sus celebérrimos versos fueron recitándose públicamente en toda Grecia. Solón, el famoso legislador ateniense, fue quien ordenó la primera recopilación; Pisístrato, el tirano, y sus hijos, continuaron la obra. Designaron una comisión de compiladores (los diascevastas). La ardua tarea, de compilación y depuración, duró más de cien años. Mas, fueron gramáticos alejandrinos quienes culminaron la obra dividiendo cada poema en veinticuatro libros o capítulos, correspondiendo una letra del alfabeto griego para cada capítulo. (La primera del alfabeto griego es alfa y la vigésima cuarta, o sea la última, es omega.
Apreciación literaria. Los críticos y estudiosos están acordes en señalar tres altos valores en los poemas homéricos Estético, arqueológico y nacionalista. La Ilíada habla de las pasiones y plantea dilemas imposibles de resolver. No hay en ella auténticos villanos; Aquiles, Agamenón, Príamo y los demás personajes son víctimas de un universo trágico y cruel.
En La Odisea, por el contrario, el mal es derrotado, triunfa la justicia y la familia, tristemente separada, se reúne de nuevo. La astucia, particularmente la de Odiseo, actúa como fuerza motriz a través de todo el relato. La Odisea puede considerarse la continuación de La Ilíada.
Hay tal belleza en los poemas, que se los considera como dechados de perfección del género humano. Por la brillantez de su estilo, por su maravilloso poder descriptivo, por la armonía, orden e interés en los relatos, por la admirable caracterización de sus personajes, las obras de Homero han tenido una poderosa como inobjetable influencia en la obra, de excelsos literatos europeos.
Muchos lo siguieron e imitaron; mas, ninguno lo superó.
Así como el poema de Mío Cid, constituye un timbre de legítimo orgullo para los españoles, por exaltar los valores y virtudes de los hispanos, así también, los griegos lloraban de emoción patriótica cuando escuchaban recitar a los rapsodas, fragmentos de los poemas homéricos. Es que en ellos su genial autor relevó las cualidades y virtudes de un pueblo al que, con sobrados méritos, se le considera la cuna de la civilización humana.
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