En su juventud fue exaltado romántico en las letras y en la política. Participó en la Revolución de 1830. Contribuyó a la Revolución de 1848 y se refugió en Bruselas. Después regresó a París y rehizo su fortuna. Ganó inmensa fortuna que derrochó a manos llenas.
Su vida literaria empieza con algunos vaudevilles. Compuso Enrique III, drama pasional basado en los celos del duque de Guisa, que se estrenó en febrero de 1829 con enorme éxito. Siguieron otras varias piezas teatrales, siendo La Torre de Nesle la más popular y de mayor elevación dramática. Todas tienden al melodrama. Los personajes actúan sin analizar los motivos y no nos damos cuenta, sino después de reflexionar, de la inverosimilitud de sus aventuras.
Apreciación literaria. Los críticos no han sido benévolos con él y en general le han escatimado los elogios. Algunos consideran sus obras extrañas a la literatura y afirman que no hay que buscar en ellas ni historia, ni psicología, ni estilo con color y carácter. Sin embargo, no se puede negar que es un excelente narrador, con intuición para lo dramático, viva imaginación e increíble facilidad de estilo, brioso y pintoresco. Sus obras divierten y apasionan. Estas cualidades le pusieron a la cabeza de los escritores populares del siglo XIX.
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